Destartaladas barcazas que llegan a la orilla expirando, un goteo incesante, una realidad ignota, una miríada de seres humanos embarcados en sus esperanzas, en sus miedos, en la búsqueda de su derecho a vivir como se merecen, como personas. El drama de la pobreza, la del tercer mundo que ha creado el ineluctable poder del primero. Que nadie se lleve a engaño, si existe eso que llaman “países subdesarrollados” es por voluntad de los poderosos, porque la riqueza no puede repartirse entre todos, evidentemente tocarían a menos y eso no puede ser de ningún modo.
¿Cómo es posible que nuestra especie, que ha dominado el conocimiento -aunque poco lo usa-, que ha desarrollado el órgano más complejo y útil que ha dado la larga historia natural, que es un jodido milagro de la evolución, haya permitido sesgar de una manera tan vil y ruín a la mitad de sus congéneres? Siempre lo he dicho, biológica y fisiológicamente somos extraordinarios, la cúspide de toda vida conocida, pero ese regalo en forma de inteligencia ha sido, es y será utilizado de la peor forma posible, para odiar, para ultrajar, para cavar abismos insondables entre nosotros mismos. Qué pocas veces se ha usado para crear, para tender caminos de concordia, para alcanzar un fin último, una utopía: desterrar diferencias raciales, religiosas e ideológicas.
Cada vez que veo llegar una patera (ahora se llama cayuco, que parece sonar mejor) atestada de personas a punto de fallecer o ya fallecidos, cargada de víctimas (¡hasta niños y embarazadas!) no puedo sino indignarme ante este asqueroso mundo que nos acoge. ¿Te has fijado, querido lector, en sus ojos, en su mirada? Son el fiel reflejo del sufrimiento, de la injustica que soportan unos para que otros estén ahogándose en su propio dinero. No hay nadie en sus cabales que vea esa situación aberrante y no piense que todo esto es una auténtica mierda, y además de las más pestilentes.
No son los únicos, pero sin duda es la población negra la más damnificada de toda esta locura. Es irónico que el continente que vio nacer a la especie humana sea el más maltratado, vilipendiado y humillado, el que ha sido abandonado a su suerte por el llamado “mundo civilizado”. Y es ahora, con la impúdica crisis creada, cuando las pocas esperanzas que le podían quedar a un pueblo condenado van a quedar cercenadas para siempre; la brecha entre el “primer” y el “tercer mundo” se va a hacer insalvable, porque si antes eran unos pocos los que intentaban paliar su difícil situación, ahora va a haber menos por la falta de fondos, que serán usados para que más de un país no se vea abocado al subdesarrollo.
Es curioso que en los medios “informativos” las hambrunas, las epidemias, los dramas humanitarios sólo copen portadas en contadísimas ocasiones -y ni eso-, de forma cíclica y aislada. Esos petimetres periodistas sólo miran la barbarie por compromiso, porque no hay más remedio que sacar las imágenes que de algún modo se filtran y llegan a la población, y de una forma u otra hay que propalar la “noticia”. La pobreza como mal menor, esa es la pútrida realidad; es mucho más importante ver qué peinado lleva ahora Cristiano Ronaldo, si ese invento que es la prima de riesgo sube o baja o si hace mucho calor en verano. Y mientras, millones de personas intentando tan sólo llegar al final del día con vida.
Todo este espanto abominable que nos rodea, aunque pocos quieran verlo, es consecuencia de la estulta mentalidad humana, esa que ha levantado fronteras, esa que ha dispuesto que somos diferentes porque unos vivamos en un país o en otro, esa que dijo que la única religión buena es la propia y las otras son del enemigo. Esas absurdas líneas en los mapas que nos separan y por tanto quiebran la dignidad de esta inteligente especie, que nos dicen que más allá de ellas se encuentran “otros seres diferentes”, y por tanto no podemos estar revueltos; es el fin de toda igualdad, una igualdad que se desmorona cuando consideramos “otros” a los que están más allá de nuestros límites o creencias.
Me acuerdo de todo esto cada vez que veo llegar un nuevo cayuco, de la inabarcable injusticia que sufre tantísima gente, no porque se lo merezca ni porque sean de un país o de otro, sino porque viven una vida jodidamente cruel por culpa de las ratas que dirigen el mundo. No sé qué puede parecer todo este rollo que escribo, pero de ningún modo es un intento de hacerme el supersolidario que pretende remover conciencias e ir de guai por la vida, como intentan algunos pseudocomprometidos con la causa. Simplemente me jode, me toca las pelotas ver cómo nosotros, la “especie elegida” vemos el dolor ajeno y nos importa una mierda, o quizás debería decir que “les” importa una mierda, a los de siempre, cómo no, a los que pueden hacer algo y no lo hacen (porque, ¿qué podemos hacer nosotros, simples mortales?), a los que ven cómo “de vez en cuando se desata una hambruna en Somalia y sólo hay que dejar pasar unos días para que esa gente vuelva a tener alimento”, o a los que dejan sin cobertura sanitaria a unas personas que consideran ilegales (¡ilegales, joder!) por no pertenecer a su puto Estado. Por mucho que intenten disimularlo, el mundo está dominado por unos canallas racistas y xenófobos, incapaces de conocer el verdadero significado de la palabra igualdad.
https://ensayosdeincertidumbre.wordpress.com/2012/08/22/el-derecho-a-vivir-en-igualdad/
ARTICULO 13. Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica.
El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados.
El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan.
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